La pasión y el Espíritu Santo – Pablo Sparta
Pasión
El significado de pasión varió a lo largo del tiempo y seguramente es distinto en cada país. Para nosotros, la definición de pasión mas común es “apetito o afición vehemente a algo”1. Tiene que ver con lo desmesurado, con lo excesivo, con lo exagerado. La pasión muchas veces está ligada a los sentimientos y no necesita del concurso de la razón; podríamos llamarla un sentimiento “visceral”, por ser profundo, intenso y a veces irracional.
En tierras latinas, un ejemplo de pasión es el fútbol. Hace poco me comentaba un amigo que quien dice que es un apasionado del fútbol pero no lo juega, ni lo mira por TV, ni habla de ello, no considera que sea verdad su pasión. ¿Por qué? Porque la pasión no deja de producir hechos, es motivación y motor de muchas acciones.
“Pasión por Cristo”, “pasión por la obra de Dios”, “pasión por las almas” son algunas de las frases que usamos como cristianos evangélicos para describir ese entusiasmo interior que nos empuja a servir al Señor. Esa fuerza interior es fundamental para trabajar en la misión que Dios nos otorga, es un “motor” que nos lleva a avanzar en la misión. Por eso, si en este tiempo queremos poner en práctica nuestro servicio de acuerdo a la orden del Señor “hay mas bendición en dar que en recibir”, la pasión debe estar encendida al máximo.
Haremos por única vez estas aclaraciones
- No todo el tiempo uno está motivado o “apasionado” y en ocasiones debemos servir al Señor por responsabilidad u obligación. Pero no es normal ni viable que el cristiano “rara vez” está apasionado por el Señor y Su obra, todo lo contrario, ¡deben ser poco habituales los momentos faltos de entusiasmo!
- La pasión puede desbocarse y producir acciones erróneas o contraproducentes. Pero no por ello la pasión es algo malo o de temer. Al igual que el fuego conlleva peligros pero es algo fundamental en el progreso de la humanidad, la pasión puede tener “metidas de pata” pero es imprescindible. Un caballo brioso puede domarse y seguramente será de utilidad para su dueño. Pero ¿cómo darle brío a un caballo que no lo tiene? La pasión, si es demasiado “desbocada” puede educarse, encaminarse, encauzarse… pero nunca hay que “matarla” pues nos quedaremos sin el “motor” que mueve a esa persona. Si ve a alguien apasionado por algo, no trate de “pinchar” su pasión aunque ella sea un poco excéntrica.
Me preocupa ver personas sin pasión, sin “sangre en las venas”. No me refiero a mayor o menor expresividad, ya que eso dependerá del temperamento y personalidad formada. Hablo sobre la falta de iniciativa, sobre el “me da todo igual”. En España llaman “pasota” a aquel que es indiferente ante las cuestiones que importan. Es preocupante cuando reina la indiferencia y nada motiva a la acción… sobre todo en la juventud. Esto es mas grave si ocurre dentro de las filas del cristianismo, cuyo origen fue pura pasión, compromiso y hasta rebeldía al mundo y sus corrientes. ¡Necesitamos cristianos apasionados!
Mi pregunta es ¿se puede producir la pasión? ¿o por lo menos propiciar su nacimiento/crecimiento? Creo que si y a continuación hablaremos algunos aspectos de este “apasionante” tema.
Origen 1: acción sobrenatural del Espíritu
La palabra entusiasmo del griego “en-theos”: que lleva a Dios/un dios adentro. La palabra entusiamo, del griego enthousiasmos significa inspiración divina (entre otros significados). Así vemos que desde el razonamiento “natural” ya se discernía que esa pasión entusiasta es algo relacionado con lo sobrenatural. No es raro que hablemos del “fuego del Espíritu”, siendo el fuego uno de los símbolos típicos de la pasión (“mantener la llama encendida”, etc.). El Espíritu Santo es el principal productor del entusiasmo del cristiano, por ello no podemos obviarlo.
El bautismo del Espíritu Santo
En primer lugar -luego de haber entregado la vida a Cristo- hay que ser bautizado por el Espíritu. El Señor Jesús se aseguró que los discípulos entendieran este principio antes de ascender al cielo. En primer lugar les dijo “Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: «No se vayan de Jerusalén hasta que el Padre les envíe el regalo que les prometió, tal como les dije antes. Juan bautizaba con agua pero, en unos cuantos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo»” (Hch 1:4-5). Ellos pasaron por alto esta declaración y le preguntaban otras cosas, por lo que el Señor volvió con énfasis al asunto diciendo: “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes. Y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra.” (Hch 1:8)
El Espíritu Santo produce una pasión que lleva a la acción, al tiempo que nos capacita para hacerlo bien. Sin esta investidura, la vida de servicio será mas dificultosa y árida. En el capítulo 2 de Hechos vemos cómo los discípulos son bautizados con el Espíritu y en forma inmediata pasan a la acción. Este mismo hecho se repite hasta el día de hoy, los que lo hemos experimentado podemos dar fe del “antes” y del “después”.
Si es posible aplicar una figura, el bautismo con el Espíritu es como “abrir una puerta” a la acción sobrenatural de Dios en nuestra vida.
Aún luego de haber recibido el bautismo, la Biblia nos da las siguientes órdenes:
Efesios 5:18 PDT No se emborrachen, porque así echarán a perder su vida, mejor llénense del Espíritu Santo.
1Ts 5:19 No apaguen al Espíritu Santo.
La acción del Espíritu Santo en nosotros debe propiciarse para que la pasión siga ardiendo en nuestro interior. Nosotros podemos hacer algo, por ello está el mandato bíblico. Veamos a continuación dos formas de mantener “viva” la llama del Espíritu.
Otros toques, otros derramamientos
Luego de haber recibido el bautismo con el Espíritu, un grupo de hermanos presionados por los opositores de la fe se reúnen a orar por un nuevo derramamiento de poder. Y la respuesta es casi inmediata: “Después de esta oración, el lugar donde estaban reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo. Y predicaban con valentía la palabra de Dios.” (Hch 4:31). Reciben del Espíritu y acto seguido de producen los hechos.
Es posible y normal que recibamos nuevos toques y llenuras del Espíritu. Esto renueva lo que tenemos y hasta puede investirnos de nuevos regalos/dones del Señor.
Comunión periódica
2 Corintios 13:14 NTV Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.
Este versículo nos habla de comunión del Espíritu, de una unión común con Él. Hablamos de común porque es un vínculo que abarca al Espíritu y a mi, pero sería bueno que utilicemos el otro sentido de “común” que se refiere a algo habitual, de uso frecuente, de todos los días. Debemos procurar que nuestra relación con el Consolador sea algo de todos los días. Puede estar desprovista de protocolo y realizarse en cualquier lugar. Usted puede estar caminando por la calle y al mismo tiempo estar hablando con el Espíritu. O en el colectivo, usted puede estar escuchando la voz interior del Espíritu Santo.
Yo creo que con el Espíritu, mas que dedicarle una oración, debemos mantener una fluida relación durante todo el día. Muchas veces serán pequeños pensamientos o “telegramas” (tweets en un lenguaje mas actual) que mantendrán viva esa comunión diaria. Esto nos abrirá la puerta hacia lo sobrenatural durante todo el día y avivará el fuego de la pasión en nosotros.
1Séptima acepción de pasión de la Real Academia Española.
Excelente apunte! Bendiciones! 🙂
Nos alegra que le haya resultado útil. ¡Bendiciones del Señor!